Fahrenheit 451: A Novel by Ray Bradbury
My rating: 3 of 5 stars
This is one of those books I always heard about, but hadn’t actually read, so I finally got around to it. This short novel follows “fireman” Guy Montag as he begins to question the society he lives in, and its emphasis on keeping people so busy there is no time to think, question, or enjoy anything that doesn’t come from a TV. In many ways it reminded me of the other dystopian novels I read in the 10th grade; Nineteen Eighty-Four, Brave New World, and Animal Farm.
As a librarian I really appreciate Bradbury’s message regarding books; that books can help us think for ourselves, enrich our lives, preserve our history and help trace our future. And having read enough about what world powers have done to control the citizenry, the novel’s message on censorship feel as relevant today, as it every has. Having said all of this, I only gave to book 3 stars because of it’s ending. Yes, “the good guys win” but it’s such an melodramatic, over the top ending that it was a sour note to end the book on. Still, if you haven’t read the book, you should. It’s still going strong after half a century, and that speaks for itself.
And just as interesting as the novel itself, is the story behind it. Bradbury wrote Fahrenheit 57 years ago, in the basement of the Powell UCLA library, while using a typewriter that required change to continue working. It started out as a short story in 1947, and after being declined for publications many times, it was first printed as a novella by a young enterprising man who was starting a magazine; that guy was Hugh Hefner.
A few quotes from the book;
- I sometimes think drivers don’t know what grass is, or flowers, because they never see them slowly. If you showed a driver a green blur, Oh yes! he’d say, that’s grass! A pink blur! That’s a rose garden! White blurs are houses. Brown blurs are cows. My uncle drove slowly on a highway once. He drove forty miles per hour and they jailed him for two days. Isn’t that funny, and sad, too?
- With school turning out more runners, jumpers, racers, tinkerers, grabbers, snatchers, fliers, and swimmers instead of examiners, critics, knowers, and imaginative creators, the word `intellectual,’ of course, became the swear word it deserved to be. You always dread the unfamiliar.
- Give the people contests they win by remembering the words to more popular songs or the names of state capitals or how much corn Iowa grew last year. Cram them full of non-combustible data, chock them so damned full of ‘facts’ they feel stuffed, but absolutely ‘brilliant’ with information. Then they’ll feel they’re thinking, they’ll get a sense of motion without moving. And they’ll be happy, because facts of that sort don’t change. Don’t give them any slippery stuff like philosophy or sociology to tie things up with. That way lies melancholy.
Este es uno de esos libros del cual siempre había oído hablar pero no había leído, así que finalmente le saque el tiempo. Esta novela corta sigue a un “bombero” llamado Guy Montag mientras comienza a cuestionar la sociedad en la que vive, y su énfasis en mantener a la gente tan ocupada que no hay tiempo para pensar, cuestionar, o disfrutar de cualquier cosa que no venga de un televisor. En muchos aspectos me recuerda a las otras novelas distópicas que leí en 10º grado, 1984, Un mundo feliz, y Rebelión en la granja.
Como bibliotecaria realmente aprecio el mensaje de Bradbury con respecto a los libros; que los libros pueden ayudarnos a pensar por nosotros mismos, enriquecen nuestras vidas, preservar nuestra historia y ayudar a trazar nuestro futuro. Y después de haber leído lo suficiente sobre lo que las potencias mundiales han hecho para controlar a la ciudadanía, el mensaje de la novela sobre la censura se sienten tan relevante hoy como siempre. Habiendo dicho todo esto sólo le doy 3 estrellas al libro por su final. Sí, “los buenos ganan” pero la historia termina en un melodrama tremendo, tanto así que me dejo con una mala imagen del libro. Sin embargo, si usted no ha leído el libro, debería hacerlo. Después de medio siglo el libro tiene tanta acogida hoy como al principio, y semejante legado habla por sí mismo.
Tan interesante como la novela en si, es la historia detrás de ella. Bradbury escribió Fahrenheit hace ya 57 años en el sótano de la biblioteca Powell en UCLA mientras usaba una máquina de escribir que requiera monedas para funcionar. La historia comenzó como una historia corta en 1947. Después de haber sido rechazada varias veces para publicación, al fin fue publicada por primera vez como una novela por un joven emprendedor que estaba empezando una revista, que tipo era Hugh Hefner.
Algunas frases del libro;
- A veces pienso que los conductores no saben qué es el pasto, ni las flores, porque nunca las ven detenidamente. Si le muestra a un conductor una mancha verde dirá, ¡Oh sí! ¡Es pasto! ¡Un borrón de color rosa! ¡Eso es un jardín de rosas! Las manchas blancas son casas. Las manchas marrones son vacas. Mi tío condujo lentamente por una carretera una vez. Condujo a cuarenta millas por hora y lo encarcelaron por dos días. ¿No es gracioso, y triste también?
- Con las escuelas produciendo más corredores, saltadores, experimentadores, usurpadores, ladrones, volantes, y nadadores, en vez de los examinadores, críticos, conocedores y creadores imaginativos, la palabra “intelectual,” por supuesto, se convirtió en la grosería que merece ser. Siempre se teme a lo desconocido.
- Dele a la gente concursos por ganar recordando la letra de las canciones más populares o los nombres de las capitales de los estados o cuánto maíz produjo Iowa el año pasado. Llénelos de datos no combustibles, deles tantos “hechos” que se sienten de repletos, pero absolutamente “brillante” con la información. Entonces se sentirán que están pensando, van a tener una idea de movimiento sin moverse. Y serán felices, porque los hechos de esta naturaleza no cambian. No les des ninguna materia resbaladiza como la filosofía o la sociología con que atar los hechos. De esta forma se encuentra la melancolía.